El Niño Manuelito, en una de sus distintas representaciones, en la que Abedail Aller Escalante, muestra la destreza y experticia de la tradición imaginera de la que es heredera.
Uno de los rasgos más destacados de la obra de esta artista es la continuidad en la aplicación de materiales y técnicas propias de la imaginería tradicional cusqueña, así como la realización de esculturas de formato pequeño, rostro delicado y gran expresividad. La pasta de arroz (modelado), el vidrio (ojos), las plumas (dientes) y el cabello humano destacan entre los materiales que emplea.